“… El correcto razonar para la Justicia real y concreta de los derechos humanos es propio de nuestra ciencia jurídica, eso es lo que nos pide y lo que le debemos a la sociedad, por ejemplo ¿acaso no esperamos razonablemente de un arquitecto que al ver un atisbo de rajadura nos advierta sobre la potencialidad o no de que sea algo grave para tomar cartas en el asunto?, lo mismo esperamos de un médico, y así de cada rama del conocimiento humano, entonces, ¿cómo negar que se espere de los abogados como peritos en derecho que advirtamos temprana y oportunamente lo que nuestro leal saber y entender nos dice?
Lo contrario sería renunciar a nuestros deberes básicos, a lo que se espera de nosotros, lo contrario nos llevaría a ser meros espectadores sino también víctimas en su caso de lo que pudimos o debimos advertir…
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Una amenaza, afectación o prohibición indiscriminada como se ha verificado en la libertad física y las demás derechos derechos que ella dependen como dice la Corte -e.g. el de trabajar por su sustento y propiedad-, invierte groseramente aquella regla constitucional de la libertad humana (de que todo lo que no está prohibido, constitucionalmente es necesaria y naturalmente permitido) para trocarla en que sólo se podría hacer lo que al gobierno de turno se le ocurra permitir o no, es decir, se pervierte y transfigura en una regla viciosa de que estaría “todo prohibido excepto lo expresamente permitido”, lo que no resiste el más mínimo estándar constitucional y convencional internacional.
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Sentís Melendo, y con cita en Chiovenda entre otros, nos enseñó que “la prueba es libertad”, nos habló sobre “la brutalità del hecho” con cita en Calogero y Carnelutti, este último también nos enseñó que la propiedad, concepto amplísimo de lo material e inmaterial inmanente al ser humano, es sólo otra cara de la libertad, y Couture en su famoso decálogo sentenció “… sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia ni paz.
Si no lo advertimos, aplicamos y defendemos, por más títulos que ostentemos, seremos menos que pobrecitos culturales.”
Fragmentos de:
“Michele Taruffo y su gran advertencia, no ser unos pobrecitos culturales”
Artículo completo en Microjuris Argentina.
© Pablo Salvador Agnello
Imagen:
Un hospital en “Idiocracy”