Cuenta Borges que Coleridge dijo “que la fe poética es una voluntaria suspensión de la incredulidad”, y Umberto Eco nos explica que la “suspensión de la incredulidad” es un “pacto ficcional” indispensable en la narrativa de ficción, sino en la literatura toda, para entrar en el “mundo ficcional”, precisamente sabiendo su irrealidad.
Y como la realidad supera la ficción, henos hoy imbuidos de una suspensión de la incredulidad generalizada, pero esta es de una clase muy distinta, ya que no es voluntaria, sino involuntaria, impuesta, una curiosa “ilusión textual” de las normas burocráticas.
Para muestra basta un botón, las escuelas dan la mitad de los días de clases, y sin embargo facturan la cuota completa, ah, eso sí, a pesar de que tus hijos no van a la escuela, a eso le llaman “bimodalidad”.
Esperemos no se le ocurra al comerciante del barrio que nos de medio kilo y nos cobre uno entero, con el uso mágico de la palabrita “bimodalidad”, que tal?
Imagen:
René Magritte. El arte de la conversación. 1963
© Pablo Salvador Agnello